Los equipos de la pastoral penitenciaria se han reunido en su tradicional Jornada Anual. Esta Jornada, que se vio también afectada por la crisis y, por ello, se dejó de celebrar en los últimos años, se ha podido volver a celebrar.Y este año ha vuelto y lo ha hecho con más fuerza.
Con más asistencia que nunca, y con un alto compromiso por parte de todos, la Jornada giró en torno a "Cómo forjar el carácter cristiano en un entorno penitenciario".
Evidentemente el reto que conlleva esta aspiración no es fácil pero en el transcurso de la Jornada se quiso dotar a los distintos Agentes Pastorales de herramientas para reforzar la experiencia de la fe cristiana en aquellos internos que se la hacen propia.
El casi centenar de personas que se reunió escucharon con atención las nuevas propuestas presentadas, que abrieron un interesante debate.
Uno de los énfasis que se quiso poner sobre la mesa es que hay que saber diferenciar entre la herramienta y su aplicación. Mientras que la herramienta es la misma para todos, su aplicación está en función del receptor. No saberlo diferenciar y aplicar la misma respuesta para todos no sólo no consigue el resultado esperado, sino que acaba desautorizando la validez de la herramienta empleada.
Por esta razón se ofreció, desde el Ministerio Evangélico en Prisiones (MEP), unas Jornadas de Formación para los Agentes Pastorales con un doble objetivo: Primero, capacitarlos mejor para la tarea que se desarrolla. Segundo, mejorar su capacidad para usar mejor las herramientas de intervención de que disponen.
La Jornada concluyó con una comida de hermandad donde los diferentes participantes pudieron reencontrarse con otros Agentes Pastorales que, por las circunstancias ya explicadas y conocidas, hacía tiempo que no se veían.
El tiempo para las personas de la tercera edad o para la infancia es determinante. Experimentar la pobreza durante la infancia tiene consecuencias negativas que perduran toda la vida. Mientras que la media de países de la Unión Europea invierte un 2,2% de su Producto Interior Bruto (PIB) en políticas activas a favor de la infancia y de la familia, en España esta inversión se reduce al 1,4%. Y la situación de pobreza infantil con la crisis económica se ha incrementado.
Hay que poner en marcha las alarmas sociales.
No podemos esperar que la situación económica mejore.
Los niños y niñas afectados por la pobreza no tienen tiempo de espera.
Las entidades de Iglesia y la parte de Iglesia que representamos debemos levantar nuestra voz para defender los derechos de la infancia.
En primer lugar, debemos tomar conciencia entre nosotros mismos de la situación en que viven tantos y tantos niños y niñas, incluso dentro de nuestras propias Comunidades Locales.
En segundo lugar, una vez lo tengamos claro, hay que sumar a los movimientos ciudadanos y a las entidades sociales que trabajan a favor de la infancia para revertir esta situación.
Invertir en la infancia no es un gasto ni es una estrategia de futuro.
Invertir en la infancia es un derecho al que no hemos ni podemos renunciar.
No tenemos que invertir en la infancia porque no hacerlo conllevará un gasto económico y social aún mayor en un futuro no lejano.
Debemos denunciar la mirada mercantilista y la mirada economicista que se quiere imponer en nuestra sociedad.
Tenemos que hablar de derechos.
Debemos hablar de los derechos de la infancia.
Y también tenemos que hablar de los derechos que Jesús dio a los niños, a los más pequeños de la casa.
Jesús nos enseñó que los más pequeños de la casa forman parte de su Reino, forman parte del Reino de Dios.
Dejar fuera la infancia del Reino de Dios es inaceptable a toda costa.
El primer paso es tomar conciencia.
El segundo paso es actuar en conciencia.
Otra vez elecciones. Y otra vez la misma situación: ¿a quién votar? Hay personas que ya tienen la decisión tomada. Sean quienes sean los que se presenten tienen decidido votar "a sus". Otros tienen dudas y por esta razón escuchan y preguntan. Ambos tipos de votantes se informan. Unos para reafirmar sus ideas. Los otros para encontrar dirección para responder a su pregunta sobre a quién deben votar.
Desde cualquier punto de vista una y otra posición son correctas. Nada que decir. ¿Nada que decir? Bueno, nada que decir... excepto si hablamos de corrupción.
Porque cuando hablamos de corrupción, seamos o no seamos cristianos, seamos o no seamos religiosos, lo que se trata es de otra decisión.
Nos encontramos ante una situación donde ya no vale aquello de votar "a mis" o de votar "a quienes lo harán mejor". Se trata de no votar a quien ha aprovechado su posición política para enriquecerse personalmente. Y en este punto no hay ni "mis" ni "tuyos" ni razones de "eficacia" o de "ineficacia". Hay, sencillamente, enriquecimiento personal y, ésta es, sin ningún tipo de duda ni de justificación, una mala elección.
No podemos votar a quien se haya enriquecido personalmente de forma fraudulenta.
Juan Wesley, uno de los tres padres del protestantismo junto con Lutero y Calvino, en un artículo conocido como "Carta a un Votante", lo primero que pone sobre la mesa es precisamente esta cuestión de la corrupción.
¿Qué llevó a un pastor metodista inglés a publicar un artículo sobre esta cuestión? Pues lo que le llevó a escribir su artículo es lo mismo que me lleva a mí, y a tantos otros, a hacerlo: exhortar a cada persona a valorar la importancia de su voto.
La diferencia entre Juan Wesley y el resto de nosotros es que cuando escribió su artículo advirtiendo contra la corrupción él mismo no podía votar, por no cumplir los requerimientos económicos para hacerlo. Hoy no tenemos estas limitaciones y por esta razón tenemos el derecho a votar. Pero precisamente porque hoy tenemos más derechos que de los que tenía el mismo Juan Wesley, y tanta y tanta gente de su época, aún debemos ser más responsables con nuestro voto.
No votar a los corruptos es una buena manera de asumir esta responsabilidad.
Els experts en aquestes qüestions ens aporten dues dades rellevants. Primera, la despesa social està molt allunyada del que, tècnicament, es denomina “la mitjana europea”. Segona, el diferencial entre nosaltres i la resta de països europeus, on suposadament ens hem de situar, pràcticament no ha variat en els darrers anys. És a dir: som menys solidaris i no hem millorat gaire en els darrers anys.
El 31 de octubre es el día señalado para conmemorar el inicio de lo que se conoce como la Reforma Protestante de Martín Lutero y su intento de renovación de la vida espiritual y doctrinal de la Iglesia.
Hacer memoria de este hecho no forma parte del calendario litúrgico de la Iglesia Protestante pero sí de su simbolismo teológico.
Por esta razón es una fecha a recordar y es una fecha a celebrar.
Y por esta razón, durante 25 años, el Consejo Evangélico de Cataluña (CEC) puso sobre la mesa la necesidad de que, como mínimo, una vez al año la televisión pública de Cataluña retransmitiera un Culto Protestante -tal y como habitualmente se retransmiten otras celebraciones litúrgicas-. Y, en concreto, que se retransmitiera la conmemoración del Día de la Reforma Protestante.
Detrás de esta petición había una doble intencionalidad: mostrar la pluralidad religiosa del país y abrir el acceso a las minorías religiosas en la programación de actos litúrgicos.
Finalmente la petición fue atendida y los protestantes, junto con otras confesiones religiosas que más recientemente también lo habían planteado, pudieron acceder a la programación de actos litúrgicos en la televisión pública de Cataluña.
Hasta aquí las buenas noticias.
Pero la crisis económica también ha llegado a la televisión pública de Cataluña.
Esta crisis se ha llevado muchas cosas por delante y una de las que también se ha llevado es la retransmisión de los actos litúrgicos de las confesiones que recientemente lo habían conseguido.
Lo que hay que agradecer a la televisión pública de Cataluña es que, a diferencia de otras televisiones públicas, sigue entendiendo que su razón de ser es precisamente ésta: contribuir a hacer visible la riqueza cultural, social, política y religiosa del país. A diferencia de las televisiones comerciales, que están orientadas sólo a ganar dinero, la televisión pública debe estar orientada a equilibrar sus cuentas para hacer posible lo dicho anteriormente.
Es cierto, es una mala noticia que este año nos quedemos sin retransmisión del Culto del Día de la Reforma Protestante. Pero la buena noticia es que se están buscando fórmulas para emitir, en el transcurso del primer semestre del año 2014, un programa especial sobre el protestantismo en Cataluña.
La segunda buena noticia es que aceptan que las decisiones que hoy exige la crisis económica podrán replantearse más adelante.
Habrá quien diga que es una propuesta inaceptable.
Otros dirán que es realista en función del momento que vive el país.
Si me permiten, yo me alineo con los que consideran que ahora lo que es necesario es ser realistas.