Los directamente implicados dicen que hay semanas que es mejor olvidar. Tal vez tengan razón. Pero lo que no podemos olvidar es la crisis económica en la que vivimos. Seguramente pueda parecer fuera de lugar hablar de cómo saldremos de la crisis en la que nos encontramos cuando aún estamos en el ojo del huracán y tenemos dificultades para ver la luz al final del túnel. Pero es precisamente porque nos encontramos donde nos encontramos que ahora es el momento de hablar de futuro para tratar de condicionar nuestro presente.
¿Por qué nos debemos ocupar de cómo saldremos de la crisis?
Las estadísticas dicen que en los años de prosperidad económica los ricos se han hecho más ricos y los pobres más pobres, comparativamente hablando. También dicen que los años de prosperidad económica no han servido para reducir el porcentaje de la población que podemos calificar como pobre que a nivel del Estado español se sitúa por encima del 20%.
Y si éste es el resultado de los años de prosperidad económica da miedo pensar qué ocurrirá entre nosotros durante estos años de crisis.
En el transcurso de la Segunda Jornada de los Planes de Inclusión Social de la Taula del Tercer Sector entre otras preguntas se planteó la siguiente: ¿podemos hacer alguna cosa para reconducir la situación mencionada?
Esta es una pregunta que, además de ser pertinente para el Tercer Sector Social, es más que pertinente para la Iglesia, para las iglesias. Claro que seguramente nosotros deberemos reformular la pregunta de la siguiente forma: ¿Nuestro compromiso con Jesús nos permite eludir nuestra responsabilidad en este punto?